Graciela
Bialet, como lo indica el título de esta reseña, nos trae algo más que un
simple tentempié. Estoy hablando de su libro “El jamón del sánguche”, en el que
la cordobesa se pone en el papel de una adolescente de 15 años, Cecilia
Zucarías, adoptada, y con padres divorciados. La chica, que afirma ser
diferente a las demás, le escribe a su diario, que pasa de ser un simple
anónimo, a llamarse Ányelo, porque “las cosas sin nombre no son de nadie”,
según la protagonista. Terminando cada carta con un “Siempre tuya”, le cuenta a
Ányelo sus días con sus padres, y sus nuevas familias, con hermanastros
insoportables, sobre el amor, la amistad, y la búsqueda de su verdadera
familia, la cual parece ser interminable. Además, en algunas situaciones,
Cecilia le escribe a Ányelo fragmentos de sus poemas favoritos; e incluso, al
finalizar, su novio le dedica uno. Esta pizca de literatura le da un toque
especial al libro, que no podría haber sido aportado de otra forma.
A pesar de
la ironía, al decir que este libro no es sólo un aperitivo, hago referencia a
que la autora supo expresar debidamente los pensamientos de una chica, que lo
único que quiere es que no sigan apareciendo más parientes de entre los
rincones, y no quedar en el medio de tres familias (la de su madre, padre y la
biológica).
No es un
libro muy común, y no es fácil de leer si no se tiene en cuenta de que la
protagonista es una verdadera chica, con verdaderos problemas, de las que a
veces se preguntan por qué están en donde están. Aunque, desde la mirada de
otros adolescentes, podría no ser interesante, ya que la trama no muestra
indicios de emoción palpitante, o grandes descubrimientos; y tal vez podrían
aburrirse con una chica que busca a su verdadera familia con ayuda de su novio
y sus padres. Pero, a pesar de las respectivas opiniones, no hay que dejar de
resaltar el talento que tuvo la autora para introducirse en la mente de una
quinceañera, y para poder relatar con tanta precisión una vida con tantas
“complicaciones”.Tal vez no sea la mejor novela, pero es muy útil para darnos
cuenta que a veces no todo está perdido, y que hay que esforzarse para
conseguir lo que uno quiere, aún en las peores situaciones.
Paula Rodríguez, 2B CBU
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